martes, 21 de mayo de 2013

Tiempo

Lo más triste que hay en la vida es envejecer.
Es cierto que hacerse mayor tiene sus cosas buenas, pero envejecer, cuando ya empiezas a sentirte un estorbo para todas las personas que te rodean, ya que tienen que estar pendiente de ti... Es lo más triste que hay en este mundo.



Es muy difícil no pensar en que toda la juventud y la energía que tiene un adolescente desaparecerá... Muchas personas mayores me dicen: "Aprovecha hijo, que luego te arrepentirás". Por lo que yo me paro a pensar y tienen mucha razón.

No sé como tiene que sentir la impotencia de no poder hacer ningún esfuerzo con la facilidad que se hacía antes, que un día podías hacerlo, pero que ahora, sucumbiendo ante la realidad, no puedas, por mucho que quieras.
O por ejemplo, pasear por un parque, donde todos los niños juegan y corren, despreocupados y sin pensar en la vejez, algo a lo que estas emprendiendo un camino y que no tiene otro freno excepto uno, la muerte.

Y no me refiero solamente a forma física, si no a forma psíquica, la capacidad de la mente y el celebro, que se va agotando con los años hasta que un día, se apaga, simple y llanamente, así de fácil y así de triste. Y no queda otro consuelo que decir.. ¿Así es la vida, no?

Por eso desde hace unos meses, cuando me he dado cuenta de todo esto, me he propuesto a mi mismo vivir la vida tal y como se nos presenta, de una manera tranquila y sosegada, disfrutando de todos los momentos, trabajando y esforzándose cuando hay que hacerlo, pero también con tiempo de descanso y reflexión para pensar en cada día, en qué ruta tomar cada día que nos conduce a todas las personas a un mismo fin, a una misma desembocadura.

Marcos García.

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